martes, 31 de julio de 2012

Sueños junguianos (sobre la creación)




Desde que leo a Jung no he dejado de acordarme de mis sueños; ha sido una experiencia tan extraña ... unos días antes de leer sobre la sombra junguiana soñé por primera vez con ella, si cabe decirse, en su estado más puro: una sombra que corría hacia alguien, amenazante, y que luego caminaba a su lado, tomando su misma forma. El otro día soñé con Van Gogh, en el sueño un crítico de arte tachaba la obra del autor como un amasijo de garabatos que no lograban dar forma a lo que tenía Vicent en la cabeza.
Hoy, en un día recién amanecido y sentada en unas escaleras de la parte de atrás de una iglesia de ventanales góticos y líquenes dorados, me sorprenden unas frases que me llevan otra vez al pintor antes que a ningún otro.



"Aunque lo nuevo se origina en el inconsciente - y recordemos la creencia de Jung del inconsciente colectivo-, es la conciencia lo que le da forma. Desconectada del inconsciente, la conciencia es yerma e inmutable. Pero, si se le da rienda suelta, el inconsciente surge de los mismos símbolos que siempre ha utilizado a lo largo de los milenios. Es en la relación entre el consciente e inconsciente que algo realmente nuevo y creativo aparece".


De ahí surge la potencia y la fuerza de algunos artistas, de los que nos estremecen. Y todo ello porque logran conectar con todo aquello que tenemos impreso en nuestro inconsciente, en ellos vemos al hombre completo conectado con su alrededor y canalizando esa fuerza que procede de la interconexión.
Todos buscamos ese estado de completud: luz y sombra, consciente e inconsciente, eliminar el muro que me separa del otro e integrar todas mis partes en un todo armónico (que no feliz o bueno). Ellos han conseguido aceptarse/acercarse en mayor medida que nosotros, han accedido a parcelas que nosotros mismos nos negamos y lo han canalizado a través del arte. Seríamos unos ilusos si creyéramos que podemos leer sus obras desde la racionalidad, la consciencia o el sentimentalismo. Hay algo más allá que nos provoca el sobrecogimiento absoluto de estar ante algo poderoso que tenemos encerrado en nosotros. Cuando miramos, leemos, estamos en ciertos lugares tenemos conexión directa con el enigma que somos nosotros mismos. Miramos hacia lo absoluto.



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