miércoles, 1 de agosto de 2012

Viagem





Fueron días extraños y perfectos, luego dejaron un cuerpo lleno de avisos.


La entrada no fue fácil: Oxígeno, música electrónica y el amor dos veces interrumpido por quien cree que la saliva no es un puente entre dos almas. Una invitación velada a que abandones, una puerta abierta a que entre la pesadilla...


Se hizo el silencio...
Después cada sentido se inundó, deshaciéndose entre el placer y la sal. Me alimenté del sol, Portugal me encendió la piel y regaló mis ojos cansados. Se adhirieron a mi esos pequeños acantilados sembrados de uñas de dragón, esa playa desierta a la que ofrecí mi cuerpo y mis fantasías, esa casita solo blancura con una ventana al mar, esa bocanada que es Jung, esa rotundidad que es Blake:


"Ese ángel, que ahora es un demonio, es un gran amigo mío"


Ese desvanecerse la realidad para quedarse el más contundente yo, unido, infinitamente extasiado.




A la vuelta, unas nauseas profundas preparan el cuerpo para devolverle a la vida. Como un frágil mosaico se desmorona. Ahora me escondo entre las piedras evitando tantas señales que me persiguen: palabras, símbolos del i-ching, sueños, la angustia que no me abandona.




Somos dos profundidades, un pozo que sostiene un cielo. 
Fernando Pessoa

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