martes, 24 de julio de 2012

La sombra


Así los hombres olvidaron que todas las deidades residen en el pecho humano.
Blake

“O consideremos un fenómeno incluso mayor, el cristianismo, y la sombra que ha dejado sobre muchos de nosotros (…) Jesucristo propuso al mundo una nueva idea más suave, más femenina: Ama a tu prójimo como a ti mismo. Lo que Cristo realmente estaba expresando era el reconocimiento de que él no estaba realmente separado de la gente que le rodeaba, de que veía algo de sí mismo en todo aquel con el que entraba en contacto. Pero el darse cuenta de una cosa así requiere autoconocimiento, y éste solo se alcanza después de una larga lucha con nosotros mismos y, especialmente con nuestra sombra.
Sus seguidores decidieron tomar la “regla de oro” como eso exactamente: una regla que tiene que ser seguida, de la misma manera que antes habían seguido los diez mandamientos de la religión judía. Es más fácil decir simplemente que tenemos que amar a nuestro prójimo independientemente de que lo hagamos o no, que investigar esas partes de nosotros mismo que preferimos dejar a oscuras. De la misma forma, si seguimos el ideal de Cristo, es mucho más fácil verle como perfecto, incapaz de pecar, que como un hombre que lucha con éxito con todos los lados contradictorios de su propia naturaleza ¿Qué otra cosa podría hacer Jesucristo excepto luchar, compuesto como estaba de Dios y de hombre? Si seguimos el ideal de Cristo, necesitamos luchar para reconciliar nuestra naturaleza esencialmente animal con nuestra naturaleza esencialmente divina. Necesitamos descubrir la divinidad en lo instintivo, lo instintivo en lo divino.
En lugar de ello, el cristianismo desarrolló un ideal de perfección, de luz sin oscuridad. La oscuridad ha quedado escindida y se atribuye a Satán, en lugar de considerarla una parte necesaria de nuestra naturaleza. Si existe la luz, inevitablemente existe la oscuridad como compensación. Por lo tanto, todas las partes descuidadas y reprimidas de la personalidad se congregan alrededor de la sombra y se las asocia con el pecado y con el mal.”

Introducción a la psicología jungiana. Robin Robertson.

Dejamos que nos simplifiquen los mensajes, nos quedamos tan en la superficie que se desvirtúan y aún así los convertimos en dogmas. Al final todas las grandes personalidades van hacia el mismo punto y hacia allí dirigen sus palabras, pero nosotros seguimos buscando las fórmulas mágicas que nos dan las instituciones, que no único que buscan es perpetuarse a fuerza de contaminarnos. Tendemos a crear reglas que lo único que hacen es pervertir nuestra mente, nos despojan de nuestro pensamiento y nuestras decisiones; y cuando las acatamos nos acaricia la sociedad pero el espíritu rebulle por dentro.
El paraíso perdido fue un gran descubrimiento para mi, a mis 16 años me quedé prendada de la figura de Satán ¡Milton lo retrató tan humano! Hasta entonces no entendía bien lo que era un ángel ni un ángel caído. Hoy en día me sigue pareciendo más atractivo el ángel rebelde que no quiso postrarse ante una decisión que no compartía y que solo por su dolor actuó contra el ser humano. Resulta que este libro fue importantísimo para Blake, y de su autor dice lo siguiente:
La razón de que Milton escribiese encadenado cuando escribió de Ángeles y Dios y en libertad cuando lo hizo del infierno y de los Diablos es que era un verdadero poeta y del partido del Diablo sin saberlo.





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