miércoles, 29 de agosto de 2012

Todo el mundo estuvo en nosotros

Este día, este aire, el incendio de fondo y el color rojizo casi negro del cielo me lleva a la tarde que fuimos de paseo a aquel pueblo coronado por una montaña mágica. Cada paso era un pequeño escalón, descendía desde mi superficie a cada una de mis incertidumbres.
Aquel día tus manos sostenían mis ojos cerrados, y para tu extrañeza caminaba descalza -era un truco, quería sentir como latía la tierra-. Todos los temblores se confundían y estaba tan acongojada que no podía hablar, mientras tus cortas frases eran como un murmullo lejano... andaba perdida entre el cimbrear de las avenas locas y el abrazo violento del viento - pensaba en la locura y en ese mecerse que me resultaba una mezcla de amor y naturaleza- y fue en ese momento, justamente, cuando me abrazaste por la espalda, y nuestros cuerpos temblaron. Tu el viento, yo la avena, y todo el mundo estaba en nosotros.

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