miércoles, 3 de abril de 2013

El espejo I

Los vampiros no pueden reflejarse en los espejos porque no tienen alma.


El espejo es un objeto extraño si no rehuyes de su mirada.


Ahora mismo, leyendo unos apuntes de psicología social sobre el yo y lo que lo construye he reconocido mi relación más primitiva con los espejos. El yo está formado por: 
- autorregulación: lo que hacemos para llegar a ser o "ser" lo que somos. Nos posicionamos en el mundo de determinada manera.
- autoconsciencia: capacidad de ser conscientes de nosotros mismos, de nuestra existencia y experiencia.
- lo que sabemos de nosotros mediante las experiencias pasadas, es decir, el conocer cómo actuamos.

Pues bien, hablaba en el artículo de que hay veces, normalmente por acontecimientos externos, que nuestro yo se rompe; nos sentimos atacados de alguna manera. Eso hace que pierdas confianza en ti mismo en ese momento y que tengas peor resultado en lo que estés realizando. Pues comprobaron que si a estos sujetos les colocaban en frente un espejo volvían a tener buenos resultados, se reconstituían; supongo que de alguna manera conecta con nuestro yo más interno y más sentido.
Esta prueba me recordó que cuando estaba/estoy herida, rota, siempre que podía acudía a un lavabo y me miraba fijamente, y una fuerza emergía, un profundo amor hacia mi persona.

¿qué es lo que miramos cuando estamos más de 2 minutos frente al espejo sin rehuir la mirada? Bram Stoker ya lo sabía cuando declaró que por no tener alma los vampiros no podían reflejarse en el espejo. Creo que nuestros rasgos faciales reconectan con ese mente-alma-cuerpo junto y sentido físicamente (llamémoslo alma, emoción... el nombre es secundario); ese motor primario que es capaz de conducirnos tan bien con sus señales pero que nosotros intentamos ignorarlo con juicios, supuesta razón o sentimientos "secundarios" de vergüenza, miedo, indefensión. Es un yo intuitivo y sabio, muy natural, que está libre de creencias, interpretaciones o esquemas; que siente, sabe lo que siente y une todo tu cuerpo frente a tus pensamientos-sentimientos-racionalidad a veces tan dispares entre sí.


Es por eso que me parece un objeto mágico: permite el diálogo claro con nosotros mismos, la integración de nuestras partes, la aceptación, la empatía. De ese diálogo ejerce una fuerza que nos recompone, que nos "pega los trocitos"; nos permite volver a ser.






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