Este día, este aire, el incendio de fondo y el color rojizo casi negro del cielo me lleva a la tarde que fuimos de paseo a aquel pueblo coronado por una montaña mágica. Cada paso era un pequeño escalón, descendía desde mi superficie a cada una de mis incertidumbres.
Aquel día tus manos sostenían mis ojos cerrados, y para tu extrañeza caminaba descalza -era un truco, quería sentir como latía la tierra-. Todos los temblores se confundían y estaba tan acongojada que no podía hablar, mientras tus cortas frases eran como un murmullo lejano... andaba perdida entre el cimbrear de las avenas locas y el abrazo violento del viento - pensaba en la locura y en ese mecerse que me resultaba una mezcla de amor y naturaleza- y fue en ese momento, justamente, cuando me abrazaste por la espalda, y nuestros cuerpos temblaron. Tu el viento, yo la avena, y todo el mundo estaba en nosotros.
miércoles, 29 de agosto de 2012
jueves, 23 de agosto de 2012
Maneras de vivir. Holderlin
Las poéticas que los autores diseminan por sus obras, se me
antojan, más bien, maneras de vivir. Puede ser por aquello de que si
profundizas mucho en alguna cosa te permite comprender mejor, por analogía,
todas las cosas del mundo. Y es que todo lo que aprendemos nos transforma y nos
da unas claves para entender el mundo.
Hoy con Holderlin, el que creció en brazos de los dioses.
A LOS JÓVENES POETAS
Mis queridos hermanos, quizá va a madurar
nuestro arte, tras un largo fermentar juvenil,
y llegará a lograr la calma de lo bello;
no dejéis la virtud, imitad a los griegos.
A los dioses amad, pensad en los mortales.
Ni ebriedad ni frialdad, ni descripción
ni lección; si os asusta
algún maestro,Hoy con Holderlin, el que creció en brazos de los dioses.
A LOS JÓVENES POETAS
Mis queridos hermanos, quizá va a madurar
nuestro arte, tras un largo fermentar juvenil,
y llegará a lograr la calma de lo bello;
no dejéis la virtud, imitad a los griegos.
A los dioses amad, pensad en los mortales.
Ni ebriedad ni frialdad, ni descripción
pedid sólo consejo a la Naturaleza.
Enma
Un poco reacia a aumentar mis
lecturas adúlteras del XIX y algo de manía injustificada hacia Madame Bovary me
hizo ignorar el volumen que me regalaron hace ya bastantes años, y que está
ajado de tantas lecturas ajenas. Incluso me sorprendió encontrarme entre sus
páginas la foto dedicada de un chico cuya destinataria no era yo; llegué a
reírme del paralelismo absurdo con el final de la novela, cuando al Señor
Bovary le salta a la cara la foto del primer amante de su esposa. Que mi libro
encerrara tal intimidad de alguien lo hizo menos mío, me separó la lectura
íntima, egocéntrica, y comencé a leerlo con ojos que no eran míos —eran los
ojos de aquella chica, amiga de la facultad y de toda la vida, que había
utilizado la foto de ese chico movida por no se qué razones y que luego olvidó—.
El azar —y el buen gusto de mis amigos del Facebook— hizo que leyera un pasaje que me pareció de una sensibilidad extraordinaria, en el que me pareció entrever una mayor hondura psicológica que en resto de novelas de adulterio que había leído. Reconozco que no creo que tenga esa hondura que creí ver, pero que tampoco creo en el azar, los libros, las enseñanzas, las persona aparecen cuando hay algo de nosotros que se puede anclar a ellas, sino claro que los libros, las enseñanzas y las personas están ahí pero las dejamos pasar. Así el libro vino a mi, ese que jamás pensé leer y del que recelaba consciente e inconscientemente.
Busqué
ese libro para huir un poco de mi, como terapia, además me encantan esos
finales tan románticos en los que muere hasta el apuntador. Pero en él reconocí
mis restos adolescentes, enseñanzas morales que hoy, viernes 24 de agosto del
2012 son válidas y útiles y, sobre todo, vi latir en el libro el camino que al
final todos hacemos, el de la búsqueda de sentido. Tropecé con ese pensamiento
devastador que me sobrevino al final de la adolescencia y que aún no abandono: ¿De dónde venía aquella insatisfacción de la
vida, aquella instantánea corrupción de las cosas en las que se apoyaba?
Flaubert es contundente en todo lo que trata, y casi cruel por verdadero. Su
sobriedad no me impedía imaginar los sentimientos de Madame Bovary, la
intensidad de su amor que comparé con la mía de otro tiempo, su sensibilidad,
su ignorancia, pero a su vez Flaubert me recordaba en cada frase, su terrible
desengaño. Era como confrontar la que fui con la que soy.
Ha
sido una lectura de recuerdos y para el recuerdo. Una afirmación de que voy
bien encaminada, una palmadita en la espalda, una caricia profunda de un
desconocido que conoce lo que sientes. Qué terriblemente únicos y a la vez que
caminos tan parecidos llevamos.
P.S. Ha sido una experiencia
alucinante que moralmente el libro me haya calado y haya reafirmado ideas. Me
he sentido como una mujer del XIX siendo aconsejada y manipulada por la
sociedad del momento —creo que tengo un problema…—.
Dejo una pequeña cita:
Porque los placeres, al igual que los escolares en el patio de un
colegio, habían pisoteado de tal modo su corazón, que en él ya no crecía nada
tierno, y lo que pasaba por allí, más distraído que los niños, ni siquiera
dejaba, como ellos, su nombre grabado en la pared.
miércoles, 1 de agosto de 2012
Viagem
Fueron días extraños y perfectos, luego dejaron un cuerpo lleno de avisos.
La entrada no fue fácil: Oxígeno, música electrónica y el amor dos veces interrumpido por quien cree que la saliva no es un puente entre dos almas. Una invitación velada a que abandones, una puerta abierta a que entre la pesadilla...
Se hizo el silencio...
Después cada sentido se inundó, deshaciéndose entre el placer y la sal. Me alimenté del sol, Portugal me encendió la piel y regaló mis ojos cansados. Se adhirieron a mi esos pequeños acantilados sembrados de uñas de dragón, esa playa desierta a la que ofrecí mi cuerpo y mis fantasías, esa casita solo blancura con una ventana al mar, esa bocanada que es Jung, esa rotundidad que es Blake:
"Ese ángel, que ahora es un demonio, es un gran amigo mío"
Ese desvanecerse la realidad para quedarse el más contundente yo, unido, infinitamente extasiado.
A la vuelta, unas nauseas profundas preparan el cuerpo para devolverle a la vida. Como un frágil mosaico se desmorona. Ahora me escondo entre las piedras evitando tantas señales que me persiguen: palabras, símbolos del i-ching, sueños, la angustia que no me abandona.
Somos dos profundidades, un pozo que sostiene un cielo.
Fernando Pessoa
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